martes, 20 de abril de 2010

España 2-2 Checoslovaquia (16/04/1980) El Molinón (Gijón) Amistoso

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La selección española sigue sin brújula

Ante Checoslovaquia se rozó el ridículo

JULIÁN GARCÍA CANDAU ENVIADO ESPECIAL, - Gijón - 17/04/1980

La selección española carece de brújula. Es una nave en deriva absoluta. Vistos los últimos resultados y, lo que es peor, la penosa inpresión que se causa ante cualquier adversario, hay que empezar a preguntarse si merece la pena acudir a la fase final de la Eurocopa, o si no merecería la pena enviar un equipo auténticamente experimental y pensar en el Mundial-82 para disimular el fracaso que se prevé. Ante Checoslovaquia se rozó el ridículo. Se salvó la cara con el empate, pero el desarrollo del juego fue, una vez más, de una mediocridad asustante.En el primer tiempo se fraguó el desastre por el sistema dejuego que emplearon los checoslovacos. Sus cinco hombres claves, Panenka, Berger, Masny, Janecka y Nehoda, lograron crear un auténtico desconcierto en el centro del campo español y sobre todo en la zaga, sin que ésta, que no tuvo claros sus marcajes en ningún momento, pudiera evitarlo. Migueli se perdió en su persecución del delantero centro, que le hizo bascular hacia la derecha del campo; Uría quiso ir tras Nehoda y no le encontró por ninguna parte; a Gordillo se le colaron por su banda cuando lo intentaron y solamente la serenidad de Alexanco y la seguridad de Arconada impidieron una mayor ventaja checa.

Panenka llegó al área española por la posición delínterior izquierdo sin nadie que le vigilara expresamente. Del Bosque, dedicado a menesteres de supuesta creación de juego, no consiguió echarle la vista encima. Panenka, en el primer período, tiró a gol en siete ocasiones y se convirtió en el artillero más peligroso, pese a que disparó desde fuera del área casi siempre.

España dedicó sus afanes al ya habitual antifútbol de los últimos tiempos. Aunque laincorporación de Quini proporcionó durante un cuarto de hora alguna emoción por su voluntariosa actitud, todo quedó en intentos vanos. Dani y Juanito, una vez más, resultaron incompatibles. El madridista, con el once a la espalda, se escoró hacia su querencia derechista y el intercambio de posiciones con el bilbaíno no surtió efecto alguno. Ambos, la mayoría de las ocasiones, se situaron en el centro de la delantera, y, por tanto, el juego por las alas fue imposible. Dani hizo algunos intentos, pero no encontró apoyo.

Juanito fracasó de nuevo en la selección. Su situación cómoda de media punta le permitió cuatro caracoleos inútiles y nada más. Su individualismo le impidió toda posibilidad. Los checoslovacos se escalonaron bien y supieron cortar con prontitud sus escarceos.

En el segundo tiempo, tras el esperanzador empate, nuevos fallos de marcaje cortaron pronto la alegría. La selección española, aunque puso coraje individualmente, siguió sin efectuar un fútbol colectivo y coordinado. Mientras los checoslovacos continuaron cediendo el balón al primer toque y en profundidad para sorprender por rapidez a la defensa, los españoles persistieron en los cuarenta pases horizontales, para llegar al área contraria. Los checolosvacos eran sólo once, pero parecieron siempre más. No dejaron desmarcado ningún contrario y se encontraron siempre en los contragolpes a alguno avanzado en posición ventajosa.

El fútbol español está cada día más adocenado. Es menos vivaz. Se ha perdido hasta la repentización esporádica. Para colmo de males, los hombres con más clase fueron imprecisos en el pase. Los contrarios no tuvieron apenas dificultades para destruir lo poco que se intentó crear.

A partir del empate a dos la defensa española tomó mayores precauciones y se replegó más armónicamente para evitar males mayores. Los cambios efectuados por los visitantes facilitaron la labor. Los checoslovacos perdieron facilidad para el contragolpe con la inclusión de los suplentes.
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