viernes, 23 de abril de 2010

México 1-3 España (23/06/1981) Amistoso (México)

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España venció a Mexico en un barrizal

Sólo 5.000 espectadores en el enorme estadio Azteca y juego sin relieve

J. GARCIA CANDAU - México, - 25/06/1981


ENVIADO ESPECIALEl calor de Oporto hizo más mella en el equipo español que la altura de México. Pese a la pesadez del terreno, parcheado con arena de albero para tapar los charcos, los jugadores hispanos corrieron mucho más que en Portugal. Con un ritmo superior y un mejor engranaje en las líneas se obtuvo un triunfo que pudo haber terminado en lo que aquí llaman una goliza. España fue superior a México, un equipo que en los últimos siete años no había sido derrotado en el estadio Azteca. El juego, sin ser de gran relieve, resultó entretenido, por los goles y por las situaciones, a veces cómicas, producidas por las dificultades del terreno.

Después de un triunfo obtenido fuera de casa, normalmente se lanzan las campanas al vuelo. Ganar a México, una selección con la que ni siquiera el público se encuentra identificado y que, por alguna ausencia destacada, como la de Mendizábal, estaba un tanto devaluada, no es para ponerse a soñar con futuro imposible. España venció sin apuros porque enfrente tuvo un conjunto bastante endeble, del que solamente puede salvarse la actuación de Hugo Sánchez, pese al marcaje a que fue sometido, y el lateral derecho Aldrete, quizá porque no tuvo mucho trabajo con su par, Marcos, que volvió a dar la de arena.

El equipo español puso más fuerza en sus menesteres que en Oporto, y quizá ello fue suficiente para triunfar. En un terreno pesadísimo no cabían grandes alegrías. Había que levantar la pelota, y cuando así se hizo se avanzó con soltura. Cuando Juanito quiso hacer encaje de bolillos el contraataque fue premioso y acabó siempre en descalabro. Juanito fue preciso, sin embargo, en la función goleadora, cosa que no consiguió Marcos, que volvió a tener el tanto en sus pies y de nuevo no supo aprovecharlo.

El centro del campo español no anduvo demasiado fino, pese a que se notó la inclusión de Joaquín. El sportinguista fue el más regular, porque Zamora se pasó mucho tiempo en el terreno de nadie. Víctor, aunque puso coraje, no fue hombre brillante. El realista Alonso, que le suplió, le dio al conjunto más rapidez, porque despidió el balón al primer toque y hacia el compañero mejor situado. Además, Alonso se adaptó tan perfectamente al terreno que no se cayó una sola vez.

El conjunto que dirige Santamaría tuvo sus mayores problemas en los avances de Hugo Sánchez por la banda izquierda. Tendillo fue su primer marcador, y mientras esperó su llegada se vio rebasado. Cuando se decidió a adelantarse a la acción le privó de sus peligrosas piruetas. El cambio de marca je de Tendillo por Camacho resultó mucho más rentable. El madridista le tomó mejor la medida a la estrella local, pero también pasó más de un apuro para evitar sus incursiones. Hugo Sánchez es jugador hábil y repentizador, pero no tiene colaboración en sus compañeros de ataque para hacer efectivos sus peligrosos pases. Con todo, Arconada se tuvo que jugar el tipo más de una vez para salvar los remates de los locales. Una de esas peligrosas jugadas de los aztecas fue la que propició el penalti, que desde el graderío pareció un tanto discutible, a pesar de que efectivamente Arconada derribó a Hugo Sánchez, pero el encontronazo se produjp después del remate. El máximo castigo es el primero que le señalan al meta donostiarra.

El encuentro no tuvo demasiadas dificultades para España, a pesar del fallo claro de algunos hombres. Marcos parece que ha perdido el ángel que tuvo durante la mayor parte de la pasada temporada en el Atlético de Madrid, y su participación fue casi nula. Tampoco Gordillo tuvo su noche, ya que tan sólo en una ocasión fue capaz de subir al área enemiga, pero su pase lo desaprovechó Marcos, que en lugar de rematar empujó el balón y dio tiempo a Castrejón a dominar la situación. Mención especial hay que hacer, en cambio, de Satrústegui, que peleó con los defensores mexicanos con la misma fe que en ocasiones anteriores hizo con otros adversarios. Juanito jugó un poco más adelantado que otras veces, y Alesanco dio serenidad a la defensa.

España mejoró indudablemente su actuación de Oporto, pero tampoco dio el tono deseado. El barro influyó notablemente en el fútbol desarrollado. La superior clase de los españoles en otras circunstancias, probablemente se habría hecho notar más. En el estadio Azteca, al menos, se mantuvo la tónica de los encuentros disputados contra México: ni una sola derrota.




Portugal 2-0 España (20/06/1981) Amistoso (Oporto)

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La gira comenzó con derrota ante Portugal

El equipo español falló en muchas cosas

JULIAN GARCIA CANDAU ENVIADO ESPECIAL - Oporto - 21/06/1981

El primer partido de la gira fue una derrota, en Oporto, ante Portugal. A seis minutos del final, cuando los portugueses ya estaban pensando en sentirse moralmente vencedores, como en los viejos tiempos hacían, se encontraron con un gol tras el saque de un córner, y tres más tarde alcanzaron el segundo. El largo y cálido viaje que a partir de hoy discurrirá por Suramérica se inició con un resultado adverso. Los suplentes portugueses, mejor adaptados al tremendo calor de la jornada, derrotaron con justicia a un equipo español al que le fallaron demasiadas cosas para pretender un triunfo. La única excusa podría estar en la ausencia de algún jugador titular, pero, desgraciadamente, parece ser que al grupo base de Santamaría le faltan más mimbres de los que aquí se ha traído.El partido Portugal-España no interesó ni a los portugueses. Las viejas historias de las rivalidades entre hispanos y lusos han pasado a mejor vida. El estadio Da Antas presentó un aspecto desolador por la ausencia de público. El juego desarrollado durante los primeros 45 minutos bajo un sol implacable y una temperatura superior a los treinta grados, no pudo ser en modo alguno medianamente digerible.

Los portugueses solamente pretendieron probar a su equipo para la próxima eliminatoria de Copa del Mundo, en la que han de vencer forzosamente a Suecia para tener esperanzas de concurrir a nuestro Mundial. Los portugueses obtuvieron una respuesta afirmativa sobre el rendimiento que ha de tener parte de su equipo, en el que Alves, Sheu y Carlos Manuel, pese a ser las figuras de la primera mitad, fueron olvidados por sus sustitutos, que realizaron una segunda parte con mayores ansias de triunfo que las expuestas por quienes son, por el momento, los hombres clave de la selección portuguesa.

El equipo español tuvo varios fallos fundamentales. De una parte, los laterales no defendieron demasiado bien, y tampoco se comportaron como jugadores capaces de echar una mano al ataque; de otra, en el centro del campo faltaron fuerzas para correr y marcar. Zamora jugó al trotecillo, y Víctor perdió de vista demasiadas veces a Alves, y todas a Nogueira. Alonso, como es habitual en él, puso más empuje que calidad en sus correrías, en las que incluso llegó a disponer de ocasiones de disparo a gol.

Las condiciones climatológicas condicionaron el desarrollo del juego. En muchos jugadores se observó cierta reserva en la carrera, seguramente porque temían que un derroche excesivo de energías les impidiera llegar al final con fuerzas suficientes. La Federación portuguesa se cargó el partido al programarlo a una hora absolutamente impropia.

Las ocasiones de gol creadas por ambos conjuntos fueron, en el primer período, escasísimas. Los dos goles en él marcados fueron invalidados antes de que el balón llegara a la red. En la contabilidad positiva de España solamente hubo un momento cumbre. La combinación Tendillo-Juanito-Marcos acabó malograda porque el extremo atlético remató por encima del larguero.

Los portugueses, aunque al principio no mostraron excesiva peligrosidad en el disparo, sí le crearon más problemas a Arconada que los delanteros españoles a Bento. El centro de la zaga, con Tendillo y Gerardo, estuvo firme. El canario jugó con gran serenidad y supo anticiparse adecuadamente en los cruces. Incluso salvó un gol de cabeza bajo los palos. Gordillo tuvo más dificultades de las previstas, porque Gabriel, el lateral derecho portugués, por el constante intercambio de posiciones de Juanito y Marcos, no tuvo a quién marcar y se convirtió en un delantero más.

España 0-3 Hungría 15/04/1981 Amistoso (Valencia)

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Fecha: 15 de Abril de 1.981.
España:
Arconada; Camacho, Maceda, Tendillo, Gordillo; Joaquín, Víctor (Saura min. 61), Solsona; Juanito, Satrústegui (Santillana min. 46) y López Ufarte (Marcos Alonso min. 61).

Hungría:
Katzirz; Martos, Balint, Garaba, Toth; Muller, Nyilasi, Mucha (Varga min. 70); Fazekas (Bodonyi min. 76), Kiss y Iszo.

Arbitro: Daniel Lambert (francés). Amonestó a Juanito y Garaba.


España-Hungría 1981.04.15 Kiss László gólja
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Goles: 0-1 min. 31 Kiss remata un centro de Fazekas.

España-Hungría 1981.04.15 Bodonyi Béla gólja
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0-2 min. 83 Bodonyi remata cruzada un pase de Nyilasi.

España-Hungría 1981.04.15 Nyilasi Tibor gólja
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0-3 min. 90 Nyilasi se aprovecha de un fallo de Arconada.


La selección húngara vapuleó a la española en Mestalla

Los goles magiares vinieron como consecuencia de fallos defensivos

J. GARCIA CANDAU ENVIADO ESPECIAL - Valencia - 16/04/1981


El triunfo de Wembley fue un espejismo. España volvió sobre sus pasos en Mestalla. Ante la selección húngara, que se limitó a ser un equipo ordenado y compacto, la hispana, excesivamente cerebral en el primer tiempo y embarullada en el segundo, no pudo recuperar el terreno perdido a la media hora de juego, e incomprensiblemente acabó vapuleada. Los tres goles húngaros fueron precedidos de fallos en los defensas españoles.La única alegría del primer tiempo la tuvo el público a través de los altavoces, que anunciaron el triunfo logrado por los B en Flungría. Fue la única alegría de la noche, porque el encuentro finalizó de manera decepcionante.

Juanito se situó en una posición cómoda y sin apenas marcaje, pero falló en lo que puede ser prodigioso: el pase. El otro artista del equipo, Solsona, durante un buen rato me hizo recordar a los clásicos del periodismo deportivo, que solían apostillar que un jugador era brillante en su equipo, pero no valía para la selección cuando en ésta realmente no acababa de triunfar. Solsona, que jugaba a favor de obra, estuvo anodino durante muchos minutos. Se tapó con un túnel magnífico y un par de recortes en un palmo de terreno, el primero de los cuales le permitió descolocar a su marcador y disparar con cierta potencia. Desafortunadamente para la selección española, el meta húngaro, en un alarde de reflejos, envió el balón hacia arriba y el larguero lo despidió fuera del campo.

Junto a este momento, los españoles solamente se anotaron en el haber, en el primer período, una embarullada jugada en la que Satrústegui lastimosamente no remató con acierto. Lo más vibrante tuvo como protagonistas a Juanito y Gordillo. Ambos soltaron el balón con vivacidad y realizaron un avance que bien pudo haber sido un grato recuerdo. La pared entre Juanito y Gordillo mereció ser gol, pero hubo dos circunstancias que lo imposibilitaron. La primera, el fuera de juego en el que incurrió el defensa bético, y la segunda, que tuvo que disparar con la pierna izquierda, que es la buena, pero en posición tan forzada que dirigió el balón fuera del marco. Gordillo ni siquiera en una clara ocasión de gol se atreve a manejar el pie derecho. Su desventaja en este sentido, en ocasiones, resulta excesivamente sensible.

Hungría montó un partido con más alegría de lo que suele ser el fútbol actual. Hizo un estricto 4-4-3. El juego húngaro no pivotó exclusivamente en Niylasi, que es una de las figuras más sobresalientes de su selección. En el centro del terreno hubo un amplio reparto de papeles, en el que tanto Mueller como Mucha participaron constantemente. Hungría se cerró bien atrás y España le facilitó la labor defensiva al elevar la pelota excesivamente. Lo que no despejaron Balint y Garaba por el centro, lo resolvió el gigantón Katzirz, que a veces ni siquiera necesita saltar para detener la pelota.

España se encontró con un gol en contra a la media hora de juego, a causa de una indecisión de Maceda, que se repitió al final, y esa adversidad no supo eliminarla rápidamente, porque le sobró frialdad en los minutos posteriores y le faltó imaginación y fuerza durante gran parte del encuentro.

En la zona media, Víctor se limitó a perseguir a Niylasi, y esa labor efectiva en Weinbley ante Keegan, anoche, en Valencia, no fue suficiente. Al equipo español le faltó un auténtico director de juego, y esto no es bueno, y también ese jugador brioso y corajudo capaz de calentar a los demás. Faltó incluso capacidad de marcaje. Los húngaros llegaron a moverse con excesiva libertad.

Las sustituciones las impusieron las circunstancias, y con ellas el conjunto nacional cobró más ímpetu. Pero, por contra, también posibilitó que el contraataque húngaro se colocara en situación de gol más veces de las que se tradujeron en el marcador.

El despertar español tuvo más de efectista que de efectivo. Ni siquiera la gran ocasión del empate, la que dispuso López Ufarte, se pudo aprovechar. Se quedó solo ante Katzirz y remató con fuerza y precisión, pero el meta húngaro volvió a mostrarse poco menos que imbatible.

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Inglaterra 1-2 España (25/03/1981) Amistoso

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Primera victoria de España en Wembley

Exhibió soltura en el contrataque ante una foja selección inglesa

JULIAN GARCIA CANDAU, ENVIADO ESPECIAL - Londres - 26/03/1981



España consiguió ayer en el histórico estadio de Wembley la primera victoria lograda frente a Inglaterra en las islas. Un equipo que teóricamente era muy inferior al inglés fue capaz de conseguir un resultado positivo que, sin duda alguna, tendrá que ser recordado por los aficionados como aquellos anteriores logrados el día de San Isidro de 1929 en Madrid y en Río de Janeiro en el Mundial de 1950.Los ingleses le temían a España por desconfianza hacia su selección. A los españoles nos sucedía exactamente lo mismo. Dar un duro por las posibilidades goleadoras de nuestra selección era una temeridad, y en el primer tiempo dos de los tres hombres de la Real Sociedad lograron batir al veterano Ciemence. Con un equipo tutti, frutti, es decir, sin ninguna línea con dos hombres de¡ mismo equipo, España plantó cara en Wembley a una selección inglesa que, efectivamente, a pesar de conservar, algunas de las virtudes fundamentales del fútbol de las islas, no tiene la conjunción necesaria para ser por el momento aspirante al próximo título mundial, y hay que añadir además que, si no mejora, su clasificación corre serio peligro.

España se agazapó atrás sobre la base de unas ideas preconcebidas. La única variación de¡ esquema de Santamaría estuvo en la selección inglesa y no en la española. Greenwood, a última hora, prescindió de Woodcock y alineó en su lugar a Hodle, que se situó en la línea media, para dejar paso delante a Kevin Keegan; sobre éste se situó Víctor, como estaba previsto, a pesar del cambio de ubicación del inglés. Esta variante produjo la circunstancia de que Tendillo se quedó en muchos momentos de segundo libero, junto a Maceda, al no tener a quien marcar. Hoolle, por contra, se quedó prácticamente solo y esa libertad con la que pudo moverse le permitió entrar franco al remate en el borde de¡ área y ello produjo el gol de¡ empate.

Los ingleses dejaron adelante a Mariner, Kecgan y Francis, sobre los que se situaron el zaragocista Víctor y los laterales. Juanito se quedó en el centro de¡ campo para ser el ordenador de¡ juego español. Su actuación sobre todo en el primer tiempo, fue fundamental. Estuvo inspirado y propició, entre otras cosas, las dos jugadas que se tradujeron en gol. Delante se quedaron Marcos y Satrústegui, que fueron en algunos instantes almas en pena, pero que persiguieron a sus pares cuando fue necesario y se situaron óptimamente en los momentos de contraataque.

Los ingleses utilizaron su habitual fórmula de centros pasados al segundo palo, para buscar el remate de sus hombres más corpulentos, pero esta vez no les dio resultado alguno.

La presión inglesa fue en muchos momentos agobiante, y en esos instantes los españoles ofrecieron alguna endeblez. El nerviosismo por la victoria que estaban consiguiendo de manera tan rápida e inesperada, más el estado de¡ terreno, al que difícilmente se acoplaron, les impidió moverse con adecuada soltura.

En el segundo período la presión inglesa fue mayor y España pareció absolutamente dedicada durante algunos minutos. a conservar un triunfo con el que no se soñaba. Víctor, que cumplió con eficacia su misión, fueQ suplido por el sevillista Montero, que intentó ayudar a armar más el centro del campo, en donde Joaquín y Zamora no cejaban en su empeño de lanzar a sus compañeros de ataque.

España consiguió una ligera distensión y volvió a intentar el remate. Satrústegui dispuso de una magnífica ocasión para marcar de nuevo, pero su remate de cabeza salió fuera. Marcos también quiso probar fortuna, lo mismo que Zamora, pero Clemence, seguro y bien colocado, atajó los dos remates.

Los jugadores españoles supieron sacrificarse para defender el resultado. Maceda se cruzó bien en los acosos, y Tendillo, aunque se vio obligado a salir más de una vez de su demarcación, cortó innumerables balones. La temida bisoñez de algunos elementos quedó superada por su entrega.

Los ingleses realizaron dos cambios en busca de una mayor efectividad, Santamaría ordenó los suyos para que pudieran reposar quienes comenzaban a sentir el peso de¡ esfuerzo realizado. Dan¡, en los pocos minutos que actuó, no se quedó en la zona de ordenamiento general que ocupó Juanito, pero no le hizo .ascos ala retaguardia.

España, hasta el último minuto, intentó el gol. El esfuerzo fue generoso y resultó debidamente compensado. Si no hizo un fútbol preciosista, sí al menos puso fe en su quehacer. El resultado supuso el éxito más importante que hasta ahora ha obtenido Santamaría como seleccionador. España, en Wembley, pareció encontrar el genio que había comenzado a perder de manera alarmante. Probablemente, cuando se vuelva a aquello que se denominó furia subirán las acciones de la selección hispana en el próximo compromiso mundialista. Ayer, en ese sentido, se dio un paso adelante.
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España 1-0 Francia (12/02/1981) Amistoso Madrid

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España no mereció ganar a Francia

A cuatro minutos del final, Juanito, de penalti, consiguió el gol del triunfo

JULIAN GARCIA CANDAU 19/02/1981

La película futbolística de anoche ya la habíamos visto. Fue una repetición de las que se nos han ofrecido en los últimos años. España se anotó el triunfo, cosa novedosa de un año a esta parte, pero de nuevo fracasó táctica y técnicamente. La selección española decepcionó una vez más.El primer tiempo fue de pésimo juego español. El terreno estuvo en poder de los franceses por mejor situación y distribución de funciones. Francia se dedicó al marcaje por zonas, y España se ocupó más de perseguir al hombre. El equipo de Santamaría mostró una descomposición notable desde la defensa hasta la zona de ataque.

Camacho dedicó todos sus afanes a perseguir a Platini, la estrella francesa a la que efectivamente no dejó moverse a gusto en ningún momento. Pero con su colocación en el centro del campo dejó sólos atrás a Tendillo, Alexanco y Gordillo. El valencianista tuvo que escorarse constantemente hacia la banda derecha para vigilar a Six; Alexanco se quedó sólo en el centro de la defensa, para recibir las oleadas galas al mando de Larios, un centro delantero muy móvil al que no marcaba nadie; Gordillo, con la preocupación de defender, no pudo ser el hombre incisivo que es en el Betis. Desde atrás, pues, no se pudo empujar por las bandas.

El centro del campo español careció de la debida celeridad para encauzar el juego de ataque e, incomprensiblemente, se falló en la entrega más de lo que cabe esperar de hombres que manejan bien la bola como Joaquín, Solsona y Zamora. Moizan, Larios y Chistophe lograron imponer su ley a medida que fue avanzando el encuentro.

La gran contradicción del sistema español estuvo en la delantera. Teóricamente, Santamaría alineó a dos extremos natos, pero de nada sirvió su intención porque el juego de su equipo no se desarrolló por las bandas. Juanito volvió a ser jugador ingenioso y de buenos lanzamientos a sus compañeros, pero siempre escondido atrás. Juanito zascandileó por el centro del campo y a Rubio no le sirvieron balones para que intentara las penetraciones por el lado izquierdo. Con este panorama, Santillana no pudo recibir balones adaptados a sus condiciones. El único que le fue bien servido lo remató espléndidamente, pero el gol no pudo ser contabilizado porque el árbitro señaló con anterioridad el evidente fuera de juego en el que se encontraba.

Santamaría buscó en el segundo período un hombre con fuerza entre Solsona y Zamora, y dejó en la caseta a Joaquín, que tuvo una actuación muy grisácea. El equipo español puso más nervio, pero continuó sin encontrar la fórmula idónea para dominar el encuentro.

Una vez más la selección careció del director de juego. A lo que se ve, no hay modo de encontrar el líder capaz de galvanizar a sus compañeros. En la zona de centrocampistas estamos a mitad de camino de lo que debe ser lo ideal: la conjunción de la clase con la fuerza.

El partido fue una total decepción. El fútbol español es cada vez más mediocre, y además no se encuentra un sistema que encaje con las características de los actuales jugadores. En el momento presente todo hay que cifrarlo en la genialidad o en el golpe de fortuna. Otras cualidades no hay.

Francia no ganó el encuentro por la ayuda del árbitro en el primer tiempo, que perdonó dos penaltis, uno de ellos flagrante, y porque Arconada resolvió en cuatro salidas con los pies por delante las jugadas más peligrosas. Además, los galos pusieron de manifesto su inocencia ante el marco, que fue la que le impidió en el Mundial argentino obtener una mejor clasificación.

El penalti de Spechet a Santillana, a cuatro minutos del final, permitió a Juanito establecer un resultado victorioso para España, que fue inmerecido. Los franceses hasta el último momento dispusieron de mayores oportunidades. Y curiosamente cuando España tuvo la ventaja adquirida, mostró un, debilidad defensiva que no era imaginable. El balón llegó a pasearse por delante de la meta de Arconada, sin que hubiera un francés capaz de empujarlo a la red.

Francia realizó un juego más ordenado que España, pero tampoco tuvo el punch necesario para adjudicarse una victoria que no se le presentaba nada difícil. Los franceses perdieron parte de su empuje en el segundo tiempo y no encontraron en Platini, gracias a Camacho, el hombre resolutivo. En lo últimos años se ha dicho del Saint Etienne francés que sale al campo con un gol de ventaja, que es el que le asegura Platini en libre directo. Anoche, el centrocampista francés volvió a lucir su habilidad, pero afortunadamente para Arconada el balón se estrelló en el larguero.

Selección Española en el Año 1981


Trece partidos disputados todos amistosos con una gira al continente americano con escala en México , Venezuela , Colombia , Chile , Brasil .
En España disputó cuatro encuentros uno en Madrid el primero de este año y tres en Valencia pensando en que allí disputaria el próximo año .
En Europa disputaria tres encuentros con dos victorias y un empate en Polonia a cero y con una victória histórica en Wembley ante Inglaterra.


251 18/02/1981
Madrid - FRANCIA 1 a 0 AMISTOSO
252 25/03/1981 Londres Inglaterra - ESPAÑA 1 a 2 AMISTOSO
253 15/04/1981 Valencia - Hungría 0 - 3 AMISTOSO
254 20/06/1981 Porto PORTUGAL - ESPAÑA 2 a 0 AMISTOSO
255 23/06/1981 Cd. México MEXICO - ESPAÑA 1 - 3 AMISTOSO
256 28/06/1981 Caracas VENEZUELA - ESPAÑA 0 a 2 AMISTOSO
257 02/07/1981 Bogotá COLOMBIA - ESPAÑA 1 a 1 AMISTOSO
258 05/07/1981 Santiago CHILE - ESPAÑA 1 a 1 AMISTOSO
259 08/07/1981 BRASIL Bahia - ESPAÑA 1 a 0 AMISTOSO
260 23/09/1981 Austria Wien - ESPAÑA 0 a 0 AMISTOSO
261 14/10/1981 Valencia - LUXEMBURGO 3 a 0 AMISTOSO
262 18/11/1981 Lodz POLONIA - ESPAÑA 2 a 3 AMISTOSO
263 16/12/1981 Valencia - BÉLGICA 2 a 0 AMISTOSO
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jueves, 22 de abril de 2010

RDA 0-0 España (15-10-1980) (Leipzig) Amistoso

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España sólo tiene equipo para empatar

En Leipzig no tuvo más hombre en punta que Morán

JULIAN G. CANDAU ENVIADO ESPECIAL - Leipzig - 16/10/1980


Ya tenemos equipo para empatar. El problema está en encontrar once jugadores que sepan ganar. A la conocida penuria de hombres punta hay que añadir, parece que definitivamente, la baja de Juanito, que ya es un centrocampista más. A la selección de ayer se le sumó la mella de Montero, que no se atrevió a ser delantero nato. En lugar de suplir a Satrústegui lució su tendencia habitual de posición intermedia. Morán fue, en realidad, el único delantero español.No salimos de la precaución. Nos hemos apuntado a buscar la fortuna de contragolpe en los campeonatos nacionales, y así no hay forma de hallar jugadores internacionales con vocación de héroes. El delantero más peligroso del equipo español, salvada la excepción de Morán, fue Alesanco, que desde fuera del área buscó el gol más de una vez. A dos minutos del final del primer tiempo, Croy tuvo que emplearse a fondo para despejar a córner un buen tiro del líbero azulgrana.

Hasta el primer cuarto de hora pudimos hacernos la ilusión de que la victoria era posible. Gordillo realizó una gran jugada por su banda y Morán estuvo al borde del gol. El propio Morán tuvo, a los catorce minutos, una ocasión de marcar que resolvió la defensa, y hasta el minuto 36, que de nuevo el bético se fue hacia el marco y obligó a Croy a salir fuera de su área, no hubo otra jugada mínimamente ligada.

En el primer período hubo más agonías para el equipo español que desahogos. Joaquín, frío, aunque más lucido que otras veces, no pudo quitarse de encima a su par, y pese a que Alonso estuvo mejor que en Budapest, la línea del centro del campo no encontró el suficiente peso específico para imponer su juego. Zamora no está como en la pasada temporada. No ha encontrado todavía la chispa necesaria para ser el conductor del equipo.

La ganancia territorial de los alemanes les permitió variar su sistema de juego, y ello produjo un 3-4-3 que amontonó hombres en el centro del terreno y en el área de Arconada. Los constantes ataques germanos encontraron, afortunadamente, una barrera defensiva capaz de resolver en última instancia el apuro. Alesanco estuvo firme en su misión, y Tendillo se pegó al peligroso Streich con espíritu mangriñanesco. Más dificultades tuvo Celayeta, y por su lado entraron los alemanes con alguna facilidad. Gordillo tuvo que multiplicarse, porque por su banda, además de Kuenh, entró suelto Haefrier, que intentó llevárselo hacia el centro.

Los alemanes no encontraron, pese a las deficiencias hispánicas, el juego que su público esperaba, y ello provocó constantes abucheos. Los germanos intentaron elaborar en exceso la jugada y contra tina muralla cada vez más tupida estrellaron sus ímpetus. El ardor de los locales les llevó a dar algunos hachazos. En esta labor se ditinguió Kotte, a quien sustituyó su seleccionador, quizá para evitar amonestaciones.

Santamaría dejó a beneficio de inventario los cambios. El equipo pedía un par de sustituciones y no se decidió a hacerlas. En busca del empate quiso amarrar con los hombres que tenía en el campo, pero probablemente dos jugadores de refresco habrían venido bien para intentar la victoria cuando, a partir del minuto setenta, los alemanes se aferraron al pase horizontal en medio de las protestas cada vez mayores de los espectadores. La salida de Dani, en el minuto 88, fue tardía. Sólo tuvo como objetivo perder tiempo.

En pleno desconcierto local, Gordillo dejó el balón en los pies de Zamora, que estaba solo ante el portero. Zamora, incomprensiblemente, envió la pelota fuera. Fue una ocasión excepcional. Otra vez Zamora llegó al área con ventaja, y las dos posibles soluciones le fueron negadas. No burló al defensor que le salió al paso y tampoco centró sobre Morán. El último cuarto de hora lo jugó España con el ambiente totalmente a su favor. El público comenzó a alternar los pitidos a los suyos con aplausos a los españoles. Ocasión mejor para superar el negativo palmarés que tiene el fútbol español con el alemán democrático no habrá.

El equipo español mejoró su juego en la media hora final. Aunque los ataques fueron esporádicos, el balón fue más controlado, y ello impidió el agobiante dominio local del primer tiempo. A la selección nacional le faltó ambición para ganar. Los españoles se atrevieron tarde a dar el golpe de gracia. Con un solo delantero, Morán, era difícil hallar la ocasión propicia, Y las que se tuvieron fueron desperdiciadas.

El equipo español debe mentafizarse para el triunfo. Pero éste sólo se logra jugando al ataque, y hasta el momento presente las dos experiencias de Santamaría han tenido campo contrario. El Mundial se disputará en casa, y, por tanto el esquema tendrá que ser forzosamente distinto. La primera experíencia formal de cara al Mundial será frente a Polonia, en Barcelona, el próximo mes. Allí habrá ocasión de comprobar hasta qué punto con la obligación de ganar es capaz de desenvolverse España. Santamaría se la tendrá que jugar entonces. Sostener la fórmula actual podría acarrearle el calificativo de conservador.


http://hemeroteca.elmundodeportivo.es/edition.html?bd=16&bm=10&by=1980&x=49&y=15
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Hungría 2-2 España (24-09-1980) (Budapest) Amistoso

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Hungría: Katzirz; Paroczai, Balint, Varga, Pasztor (Buresa min. 76); Kereki, Dajka, Nyilasi (Csongradi min. 46); Bodonyi, Kiss (Esterhazy min. 69) y Nagy (Poloskei min. 10).

España: Arconada; Celayeta, Migueli, Alesanco, Gordillo; Joaquín, Perico Alonso, Zamora; Morán (Dani min. 60), Satrústegui y Juanito.

Arbitro: Joseph Marko (checoslovaco).

Goles: 0-1 min. 3 Juanito remata un pase de Satrústegui.
1-1 min. 10 Kiss resuelve un barullo en el área.
2-1 min. 46 Bodonyi remata a bocajarro.
2-2 min. 67 Satrústegui remata un pase de Alesanco.

Fecha: 24 de Septiembre de 1.980.

Incidencias: Partido amistoso disputado en el estadio Nepstadion de Budapest ante 15.000 espectadores.







Hungría-España 1980.09.24 Bodonyi Béla gólja(2)
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Hungria 2-2 España 1980.09.24 Kiss László
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A Santamaría le falta un conductor de juego

España empató en Budapest tras un discreto encuentro

J. GARCIA CANDAU - Budapest - 25/09/1980

La era Santamaría no se inició con un jubileo, pero sí se consiguió el empate. Tras un comienzo esperanzador, Hungría se recuperó y aprovechó dos despistes defensivos para aventajar a España. Posteriormente, y con fortuna, se logró el empate. La primera experiencia de Santamaría evidenció un hecho importante: falta un conductor del equipo.

El encuentro resultó desvaído. Ninguna de las dos selecciones pasó de discreta. Ninguno de los dos equipos realizó jugadas brillantes. Ninguno de los dos exhibió un patrón de juego definido. Es pronto para pedirle a Santamaría que tenga un equipo armado. Pero es el momento para reconocer que dé cara al Mundial no sólo hace falta un trabajo seno, que, sin duda, realizará el actual seleccionador -se equivoque, o no-, sino que además el relevo de los grandes veteranos, si es que se produce definitivamente, costará muchos disgustos.

A España le faltó en Budapest fundamentalmente un director, un hombre sobre el que recayera la misión de dar coherencia a la obra que se representaba. Zamora, en la Eurocopa, alcanzó prestigio internacional, pero todavía no se ha convencido de que puede ser el hombre de la batuta. También es posible que Zamora no tenga capacidad psicológica para desempeñar tal misión, y ello obligará a buscar al director lo antes posible.

Luchó el centro del campo español, pero le faltó una punta de velocidad en la improvisación de lajugada. En ocasiones, sobre todoen el primer tiempo, se logró el coritraataque, que, desgraciadamente, no se transformó en mayor número de goles por falta de temple en el instante decisivo, como fue en los casos concretos de Satrústegui y Morán, que no aprovecharon dos ocasiones pintiparadas.

La falta de temple provocó también un buen número de pases al contrario. La escasa precisión provocó no sólo el corte de la jugada que se iniciaba, sino también la posibilidad del contragolpe húngaro.

España jugó más sacrificadamente que Hungría, porque tan sólo Morán mientras estuvo en el campo y después Dani estuvieron liberados de la misión de retroceder en persecución de su par. Cuando Hungría atacó, España montó una defensiva muy poblada, pero, por contra, no supo sacar ventaja en los contragolpes. En éstos se encontró con una selección húngara con notable lentitud en el cierre de sus líneas. Nunca jamás tendrá España una ocasión tan clara de ganar en Budapest como la de ayer. Hungría, efectivamente, atraviesa un notable bache. Sus figuras son escasas y quedan reducidas al lesionado Torocsik, que ayer no pudo jugar, y al centrocampista Nyilasi, a quien resultó difícil marcar, a pesar de que en esa misión se desdoblaron Joaquín y Zarnora.

El equipo español tuvo dificultades defensivas. El tándem Migueli y Alexanco no fue lo eficaz que cabía esperar. Afortunadamente, el ex bilbaíno fue mejorando en la segunda mitad y ello le posibilitó incluso algún que otro avance hacia el marco contrario. Celayeta tuvo problemas para sujetar a Poloskei, que sustituyó al homenajeado Naji.

Por lo que respecta a los nuevos de la selección hay que decir que Alonso batalló al estilo que viene haciéndolo en la Real Sociedad. Su actuación fue discreta y quizá en el futuro pueda ir a más. Joaquín perdió la frialdad en algunos minutos y fue cuando logró entrar en ayuda de los delanteros por la banda derecha. Su actuación fue entonada, aunque sin resultar brillante. El bético Morán llegó a pasar casi inadvertido en la mayor parte de los minutos que estuvo en juego. A Morán habrá que verle de nuevo para poder definir su futuro en la selección. Porque es frecuente que jugadores que en su club alcanzan un nivel de juego notable bajan muchos enteros cuando lo hacen con el equipo nacional.

La entrada de Dani dio más movilidad al equipo, porque con su habitual picardía puso alguna chispa en eljuego. Juanito realizó una labor bastante eficaz, pero como viene siendo habitual en él se metió con cierta frecuencia en la línea de centrocam pistas. De todas maneras realizó lasjugadas más inteligentes del encuentro.

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martes, 20 de abril de 2010

Inglaterra 2-1 España 18-06-1980 (Nápoles) Eurocopa Italia´80

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España se despidió dignamente de la Eurocopa

Aunque perdió con Inglaterra, no fue inferior

J. GARCIA CANDAU ENVIADO ESPECIAL, - Nápoles - 19/06/1980



España tuvo una despedida digna del Campeonato de Europa. Perdió contra Inglaterra, pero no fue inferior. La vergüenza del Camp Nou no se repitió en Nápoles. Un gol anulado a Dani por fuera de juego y un tanto de penalti, también anulado a Dani, así como varias ocasiones de gol desperdiciadas, propiciaron un marcador que debió haber sido más abultado para ambas selecciones. Arconada salvó dos goles. El primero, con tres paradas consecutivas, y el segundo con dos despejes con los pies fuera del área, pero Clemence se encontró con la fortuna de un balón en el palo y la misericordia de varios jugadores que fallaron el tiro de gracia.Los encuentros de la selección española son en demasiadas ocasiones un sinfin de desgracias encadenadas. El penalti que le paró Clemence a Dani no fue un fallo del jugador bilbaíno. Cuando el árbitro ordenó la repetición del castigo, alguien debió tener la cabeza clara para mandar que otro jugador lanzase de nuevo el máximo castigo. Tres penalties lanzados por un mismo jugador es un riesgo demasiado grande. No se debió correr. Clemence adivinó fácilmente el tercer envío de Dani, porque éste no podía repetir de nuevo la suerte natural de sus castigos. En la historia de las grandes desgracias de esta derrota está Santillana, que pudo haber dejado chiquitos a todos los delanteros de la Eurocopa. Hizo la mejor jugada de cuantos delanteros centro han actuado en Italia. Tocó de cabeza dos veces consecutivas sin dejar caer el balón al suelo, y se plantó delante de Clemence, culminó a lo grande su acción y remató con la derecha violentamente, pero el balón le salió desviado. Se lanzó las manos a la cabeza al darse cuenta de su error final. Ese gol fallido habría sido cantado como un gol de raza. Santillana perdió la ocasión de entrar por la puerta grande de la épica. Ya en el minuto cuatro tuvo el gol en la bota, a pase de Juanito, y lo perdió. España habría iniciado el partido con buen pie, y cuando los pasos se tuercen, se acaba por perder. Ni siquiera el remate de Gordillo en el segundo tiempo entró en las mallas de Clemence. Como el día de Italia, se interpuso el larguero.


España se ha ido de la Eurocopa con un récord de desgracias. Contra Italia, un gol anulado y un disparo al larguero; contra Bélgica, otro tanto invalidado, y ayer, como culminación, otra vez el larguero y dos tantos que no pudieron subir al marcador: uno, por fuera de juego de Saura, y otro, el del penalti, por la dichosa paradinha.

Arconada volvió a tener fe en el jersei que usa en la Real Sociedad, y aunque recibió dos goles pudo demostrar sobradamente que es un portero de cuerpo entero, a pesar de que en el primer tiempo un extraño reflejo le impidió medir bien los centros que le venían desde su lado izquierdo.

De no haber tenido una actuación afortunada en la segunda parte, la derrota hubiera podido ser mayor, y eso que para entonces España había modificado su sistema de juego y respondía con mayores aciertos a un equipo inglés que ha tenido en este torneo más dificultades de las esperadas. Seguramente su valoración inicial se hizo sin contar con los resultados precedentes, entre los cuales se encontraba una tremenda derrota por 1-4 ante País de Gales.

Juanito era el deseado desde el primer partido; Juanito volvió a ser casi nulo ante Inglaterra. Si se piensa en las cualidades de Juanito, es para que las aproveche como exterior derecho. Como centrocampista no es aprovechable. Ayer se entretuvo con el balón por la zona de nadie y no creó un solo peligro. Se limitó a enviar pasecitos. Por la banda derecha tuvo que entrar Saura, que hizo un gran partido en su constante desdoblamiento.

En el primer tiempo, España dejó sólo a Santillana por delante, y atrás se multiplicó Alesanco. Zamora, aunque intermitentemente, volvió a ser el hombre base en el centro del campo. En la primera mitad, el marcaje estricto de Cundi a Keegan y de Uría a Brooking dejó la defensa descompuesta y la línea media sin fuerza, porque además Cardeñosa anduvo cansino.

Kubala sacó a Dani y Carrasco como última solución para los 45 minutos finales, y el equipo, recompuesto, se creció. Ya no hubo amontonamiento en la zona de centrocampistas y el ritmo de juego fue mucho más rápido.

España hizo muchas cosas bien, aunque no las rematara. Buscó con afán el triunfo, y éste se le negó por escasez de fortuna. La suerte esta vez se buscó. Cualquiera podrá afirmar que quien mal anda, mal acaba, pero lo de ayer fue peor: al circo le crecieron los enanos.

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Bélgica 2-1 España 15-06-1980 (Milán) Eurocopa Italia´80

De Futbol de Selecciones


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0-1 Gerets 16`
1-1 Quini 35 `
1-2 Cools 64`


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La suerte está echada.

Una suerte que nos abandonó el pasado jueves. ante Itália cuando España me reció largamente los dos puntos y que tampoco quiso echar una mano hoy ante los belgas. Porque aun reconociendo que los rivales hicieron méritos para conquistar e! triunfo,los españoles, efectos aparte, tampoco pudieron dar la mano a la diosa fortuna. La suerte está echada y España ya puede ir confirmando los billetes de vuelta para el jueves día 19, porque. no queda ya apenas una posibilidad de alcanzar el pase a las dos finales. Los tres puntos de Bélgica serán un obstáculo insalvable para nosotros. mire .por dónde hemos ido a caer ante el en teoría más flojo equipo del grupo. Cualquier parecido con el encuentro que España jugó el jueves ante Italia es pura coincidencia .Estaban prácticamente los mismos hombres (sólo Juanito por’Dani), el escenaro era idéntico y las camisetas iguales. Pero el espíritu era otro. Esas ganas, ese coraje: ambicion de demostrar que no mos la cenicienta, que los elogios sobre los españoles después de su’ magnífico partidocontra Italia, estuvieron hoy ausen tes. El juego fue cansino. lentísimo; los fallos en las entregas abundantes; la descoordinación fue total los huecos en la zona ancha y la defensa, auténtidos socavones ¿Producto del calor? ¿Del cansancio? ¿De la confianza en las propias fuerzás después de haber truncadolos pronósticos ante Italia? Habría que estar en la piel de los jugadores para saberlo. Pero lo cierto que el equipo español fue anodina sombra del que jugó ante los transalpinos y no hubo ni el coraje ni las ganas que tan amplia y generosamente derrocharon tres días antes..Claro que entonces, ante Italia, se trataba de no perder. Y ahora,contra Bélgica, había que ganar. Podrá parecer igual pero no es lo mis roo.


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Italia 0-0 España 12-06-1980 (Milán) Eurocopa Italia´80

De Mi Seleción Española

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Meritorio empate de España ante ltalia

La selección, con un juego práctico, no fue la víctima que señalaban los pronósticos

JULIAN GARCIA CANDAU - Milán - 13/06/1980


España, selección que en un principio estaba condenada a ocupar uno de los últimos lugares de la presente Eurocopa, dio ayer su primera gran sorpresa, al lograr un meritorio empate ante Italia, una de las selecciones, a priori, consideradas como favoritas. El árbitro, el húngaro Palotai, que perdonó un penalti a Quini para compensar el que no señaló a favor de España en el primer tiempo, logró taparse, pero, en definitiva, su actuación no favoreció a España. Pese a ello se logró el primer punto, que coloca a. la selección española empatada con los restantes participantes de su grupo y, sin duda, le otorga ahora unas mayores posibilidacles. Posibilidades en las que no creíamos hace veinticuatro horas.España no hizo el ridículo. Enzo Bearzot había dicho en la víspera del encuentro, al conocer las ausencias de Juanito y Santillana, que Kubala es todo un amigo. Sin embargo, aunque, en mi entender, la presencia de Juanito pudo haber sido decisiva en el primer tiempo, la selección no fue el equipo débil que se esperaba. A Italia no solamente la paró, sino que además supo crearle problemas.

La selección hizo una primera mitad de auténtico sacrificio. Todos los hombres lucharon, en la medida de sus fuerzas, con notable serenidad. Migueli taponó bien a Graziani, y Tendillo, que estuvo rápido, flexible y con sentido de la anticipación, no dejó respirar en ningún momento al conde Bettega, que no pudo lucir su indudable clase más que en un par de toques de balón; Alesanco cubrió con serenidad las infiltraciones italianas que llegaron a su parcela, y en el centro del terreno, aunque Zamora bajó un poco de tono a medida que transcurrió el tiempo, tuvo un juego de constante batallar tanto en los repliegues defensivos como en los ataques. Saura fue el más regular en esta primera parte en esa función poco brillante, pero siempre efectiva, que desarrolla en la selección. Dani estuvo marcado muy de cerca por Cabrini, pero intentó la penetración con peligro más de una vez. Satrústegui, durante todo el partido, aceptó con valentía las múltiples tarascadas que le lanzó Colovati.

De la alineación inicial únicamente se perdió, las más de las veces, en el juego centrocampista, Quini, que no llegó a encontrar su puesto pese a que estuvo en la zona de remate y en la de defensa, en un encomiable y constante subir y bajar.

Italia se creyó superior en un principio y comenzó a jugar con excesiva tranquilidad. Reaccionó cuando fue anulado el gol de Satrústegui. El marcaje de los españoles únicamente permitió lucir en el centro del terreno a Antonioni y los mayores peligros los produjo Italia sobre la base de las penetraciones que desde la banda derecha creó Gentile, a quien nadie cerraba el paso. Caussio, escorado hacia el centro, encontró serias dificultades para llegar al área. Italia, a medida que avanzó el tiempo, se mostró mucho más nerviosa que España.

En el segundo período la selección hispana se sintió más acorralada. Italia presionó más y durante algunos minutos dio la sensación de que iba a resolver con prontitud el partido. La ocasión más clara la tuvo Bettega, que estuvo a punto de aprovechar una duda en el despeje que absurdamente se produjo entre Migueli y Alesanco. Sin embargo, el hombre que más veces tiró a gol durante la segunda parte fue Zamora, pero desgraciadamente en cuatro de esas ocasiones el disparo le resultó débil y no logró poner en apuros a Zoff.

La gran ocasión estuvo en el saque de un libre directo. Juanito, que había sustituido a Dani y había dado sensación de peligrosidad en los primeros regates que efectuó, lanzó la falta. El balón se estrelló en el larguero y en su caída se acercó mucho a la línea de gol, pero no llegó a las mallas. Fue un momento que pudo resultar decisivo. Tanto o más que el penalti que en la primer parte se tragó Palotai y que pudo haber decantado el partido en favor de España.

Probablemente lo mejor que hizo la selección española en la segunda mitad fue el no renunciar a la victoria. El empate, que era en definitiva un buen resultado, no colmó todas sus ambiciones. Con un afán desconocido en los últimos tiempos buscó el triunfo ante la selección anfitriona y le plantó cara con toda dignidad. El juego español, aunque no fue brillante, resultó práctico.


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